Por Félix V. Lonigro
PARA LA GACETA - BUENOS AIRES
Plata en latín se dice argentum, y todo lo derivado de argentum es argentinum. La palabra argentinum fue castellanizada como “Argentina” por primera vez, cuando en el año 1602, Martín del Barco Centenera (miembro de la expedición de Juan Ortiz de Zárate) publicó un poema referido a la historia del Río de la Plata, con el título “Argentina: la conquista del Río de la Plata”. Allí comenzó a utilizarse la palabra Argentina para referirse a todo el territorio bañado por el enorme Río de la Plata.
Si bien no existe un momento histórico definido a partir del cual pueda afirmarse que nuestro país se denomina “Argentina”, lo que sí puede corroborarse es la utilización, en el actual territorio nacional, del término “argentinos” para referirse a sus habitantes. Fue en el primer periódico porteño llamado “Telégrafo Mercantil”, creado en 1801 por el español Francisco Cabello.
Algunos años más tarde, poco tiempo después de la Revolución de Mayo, la palabra “argentino” también fue utilizada en el mismo sentido por Vicente López y Planes al elaborar la letra del himno nacional, en el que si bien utilizó la expresión Provincias Unidas del Sud para referirse a la unidad política sucesora del Virreinato del Río de la Plata (“… ya su trono dignísimo abrieron las Provincias Unidas del Sud”), también hizo referencia “al gran pueblo argentino” cuando se refiere al saludo brindado a este por los pueblos libres del mundo (“… y los libres del mundo responden, al gran pueblo argentino salud”)
Como se advierte la palabra utilizada en esas dos ocasiones fue “argentinos”, para identificar a los habitantes de la unidad política integrada por los actuales Argentina, Paraguay, Uruguay y Bolivia; pero para referirse a esa unidad política específicamente, se usaban las expresiones Provincias Unidas del Río de la Plata o Provincias Unidas del Sud.
En 1816, el acta de declaración de la independencia utilizó la expresión Provincias Unidas en Sud-América, y desde entonces ese fue el nombre que se observa en los documentos, reglamentos y estatutos oficiales, e inclusive en el texto de la fallida Constitución centralista del año 1819.
En el año 1820 se produjo la caída de las autoridades nacionales, quedando el país convertido en una suerte de Confederación de hecho, es decir, en una unión no oficializada de Estados independientes que por entonces eran las provincias, y que se mantuvieron vinculadas por medio de tratados tales como el del Pilar, el del Cuadrilátero y el Pacto Federal de 1831, a través de los cuales se comprometían a alcanzar la organización nacional.
“Confederación” fue, entonces, la figura jurídico-institucional que caracterizó a nuestro país entre 1820 y 1853, habiendo sido ese nombre el que se utilizó para individualizarlo en aquellos años, e inclusive hasta algunos después de la organización nacional, ya que nuestra Ley Suprema, no obstante haber organizado al país bajo la forma de un gobierno federal, continuaba utilizando la expresión “Confederación” para referirse a él.
Significa entonces que entre 1810 y 1820 nuestro país ha recibido los nombres de Provincias Unidas del Río de la Plata o Provincias Unidas del Sud o Provincias Unidas en Sud-América. La primera de estas denominaciones fue también utilizada en la llamada “Ley de Presidencia” (6 de febrero de 1826) en la que se estipuló que para ser presidente, “la persona electa será condecorada con el título de presidente de las Provincias Unidas del Río de la Plata”, y en virtud de la cual fue elegido para ocupar dicho cargo Bernardino Rivadavia.
Luego, desde 1820 hasta 1853, se utilizó el nombre Confederación Argentina, el cual también fue tomado por el constituyente de 1853.
La expresión “República Argentina” se consolidó durante la reforma constitucional del año 1860, cuando se agregó el actual Art. 35, según el cual se definen los nombres oficiales de nuestro país: Provincias Unidas del Río de la Plata, República Argentina o Confederación Argentina.
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Félix V. Lonigro - Abogado constitucionalista, docente, escritor.